lunes, 23 de abril de 2012

Poema en prosa


Caótico ser (publicado en facebook - 


Invoqué el conjuro secreto de mi alma, imploré clemencia ante la inmensidad acumulada, mude del caos la intrínseca falacia de los miserables transformada en canto de aves, caí en un abismo interminable que aún sigo cayendo. Oscurecí la luz, aclaré la noche. Balbuceé tu nombre justo con el último aliento.
Supe del significado de tu mirada, supe la mueca de tu sonrisa, supe de vos y no supe más nada...
...por querer escuchar tu voz me integré con el viento y así me deje llevar hasta las mismas fauces de averno; dicotomía...
...despedazado, intenté aferrarme por un mechón de tus cabellos, delgada línea que pende en vaiven
sobre puntas de afilado acero. Caigo y subo a la vez, mi cuerpo se desarma y rearma como un latido;
cansado de vagar en el silencio de tu boca que pretendo, esbozo un grito mudo en la oquedad de un ficticio encierro...




Y sin embargo otro impulso cohabita junto al mío: celosías de papel quemado por la sal de un mar que ruge imperioso, arremete sobre los cuerpos hinchados y los balancea dulcemente. Impulso que florece y yergue intempestivo por sobre la quemante cal de tus dedos inaferrables. Me hundo en tus arenas y fetal espero el día del renacimiento. Pero en la ceguera del nonato, el espacio se reduce a un punto mínimo y nadie, ni el dios más adusto puede descifrar esta parte tan intrincada del laberinto....

martes, 13 de marzo de 2012

El superhombre

"Nadie puede advertir o presentir,
aún el más consciente de los hombres, que la locura está agazapada,
esperando el momento justo para tomar el control,
dentro de uno mismo..."

I


Maravillosa noche, cubriendo la ciudad. Desde la rivera el río empuja su aroma tan distintivo y fresco. Rosario en una metrópolis que sabe de aromas, de noches,  de pasiones.
Caminar por sus calles te lleva a un sitio inusual, te protege, te acecha. Tiene la nostalgia de las cosas que te envuelven y no te sueltan, ese aire tan de puerto y soledad, de espera eterna y rápida solución. Rosario, ciudad de hombres  risueños y mujeres hermosas. Más allá de las altas barrancas se yerguen los edificios que protegen el entorno. De arquitectura diversa, el catálogo de estilos es vasto y hasta raya la soberbia que se apoya en su monumento.
Es sábado y como toda ciudad con ínfulas de grandeza, las personas salen a pasear. Reducidos grupos que recorren a lo largo y a lo ancho en caminatas prolongadas, agolpándose en las entradas de los boliches, multitudes sentadas en los bares abiertos. Sedientos y risueños. Cervezas y helados. Parejas, familias y hombres solos. Porque de la soledad no se sale, no se escapa, solo se puede consolar con algunas migajas de tiempo feliz.
Un poco más alejado del centro a la altura de Caferatta y Santa Fe, un hombre intenta escabullirse -salido de la nada- por entre las sombras. Sombrío, su intensión no tiene un destino cierto pero esquiva las masas de gente doblando en cada esquina. Enfilan sus pasos hacia la peatonal Córdoba, aún muy lejos. No es extraño que solo un hombre pueda ser percibido y más como lo es él. De fisonomía muy común, algo joven, cabellos renegridos y revueltos, ojos profundamente oscuros y bien abiertos, labios apretados. Sus manos llevan el compás del paso, manos fuertes y gruesas. Paso que se acelera de vez en cuando gracias a sus piernas largas y fornidas.
Parece tener prisa pero en las esquina de España y Oroño, se detiene por un momento, para recobrar el aliento debido a su ligero andar. Desde allí puede observar como una familia completa (incluye abuela, hijos, nietos) se aleja en dirección a avenida Pelegrini por el boulervard apenas iluminado por sus faroles. Las altas palmeras se extienden quietas, solo sus copas se mecen armoniosas con el siseo del viento.
De pronto comienza a andar nuevamente, con la misma tesitura, con el mismo impulso. Sabe que está cerca.


II


Hay gente mala, si muy mala, que hace cosas que no debe hacer. Pueden existir varias opciones para resolver el dilema del bien y del mal. El segundo es poderoso pero el primero, siempre gana. Pero al faltar hombres de bien, el caso es que últimamente (por no decir casi siempre) el que triunfa es el mal. Algo contradictorio. De eso se ocupa nuestro hombre, que a medida que se acerca se debate entre capas y antifaces; colores y guantes; posturas y lemas.
Es tan sencillo imaginar que hasta en casos de extrema necesidad, la ficción puede superar la realidad y no mostrar ni un rasgo de demencia. Los humanos tenemos esa increíble capacidad de ser creativos, demasiado, y por eso, sacrificamos esa agudeza con la rígida vida rutinaria y de estructura social comprometida con las responsabilidades que nos ocupa en la vida diaria. Por tal razón, necesitamos de creer divinidades o casi divinidades que superen y multipliquen nuestras capacidades humanas. Ser héroes, en los días que pasan, es  un placebo que solo nos guardamos entre sueños y delirios.
Cruzando la avenida Corrientes, la peatonal se ofrece tranquila y con poca gente transitándola. Casi llega a destino, se detiene frente a un edificio en construcción e ingresa por entre las hojas de un portón de madera mal cerrado, con cadena y candado. Adentro es más oscuro y difuso pero como utilizando otro tipo de visión, sin tropiezos, comienza a subir las escaleras recién hechas.El último piso parece ser el lugar, está muy alto, jadea, no se detuvo ni un instante a descansar, el sudor moja su camisa blanca, lo refresca.


III 


Sentado en el piso de losa y recostado sobre una columna fría de cemento, terminaría de completar sus pensamientos. Ese era el lugar que se le ofrecía para meditar, reflexionar sobre su gran paso en la historia de los héroes. Se vio envuelto en una brillosa capa negra, que se tornaba en un azul claro hasta fundirse en un celeste oscuro. Se vio encajado en un traje especialmente diseñado para tener libertad de movimientos. Vio como unos guantes le envolvían las manos hasta la mitad del antebrazo. Botas de suela de goma, mullidas. Imaginó su sonrisa mientras veía el horizonte lejano con sus manos descansando sobre su cintura. Imagino más cosas, muchas, demasiadas. Y se quedó dormido.


IV


La mañana en la ciudad se abre imponente. desde el paraná se suele escuchar un seseo constante. Fresco del viento colándose por entre las edificaciones, el sol  parece bostezar estirando sus primeros rayos. Tocan la cara del hombre. Despierta. 
De un salto se pone de pie y se dirige al borde de una cornisa sin terminar. Mira a su alrededor. Puede ver a lo lejos y por occidente como el magnífico río baña las costas de las islas que tiene enfrente. Inspira profundamente, baja su mirada y cree ver a algunas personas caminar por la peatonal. Un hermoso domingo  de verano. Brillante, limpio como el cielo sin nubes. Ahora cierra sus ojos, se concentra, respira profundo nuevamente, flexiona sus piernas y con un fuerte envión, se lanza al vacío.


V


"¡Volar!" dijo casi antes de darse cuenta que su vuelo fue breve. Porque como todo cuerpo pesado que se ofrece a esa altura -y sin alas-, la gravedad lo devuelve a la tierra. Cae. Y agitando grotesco sus extremidades tal vez, quiere aferrarse a mismísimo aire que lo envuelve. Cae. Y parece una eternidad la caída, como un último intento sus puños buscan ahora el profundo celeste del cielo, no hay capa. Cae, irremediable, pesado, extravagante. Sus ojos desmesurados se abren cada vez más. Comprende ahora que es uno más, un hombre, un simple y mortal hombre que tiene familia, que trabaja, que sale a pasear los domingos, a nadar en el río, que vuelve al duro trabajo diario, que su único jobi era coleccionar revistas del más entretenido comic. Comprende ahora como la gravedad lo atrapa y lo lleva de regreso. Y no comprende más.
El cuerpo chocó con la acera en un sordo crujido, espeluznante. La gente se volteó a mirar. Se desató un coro de gritos de horror y la muchedumbre se acercó al caído. Este, había dado de espaldas a las prolijas baldosas. De su boca brotó un líquido rojo que inmediatamente se dispersó alrededor de su cuerpo. Los ojos abiertos, líquidos, yertos, miraban fijamente el cielo. Y una lágrima rodó por una de sus mejillas para estrellarse en el piso, inundado de sangre.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Luz

...al "flaco" por siempre presente...
Mientras el dolor impertinente y procaz devora pétalos de sal,
justo antes de convertirse en blanca espuma iridiscente,
ahora sos luz.

Sonido que cuelga en los estantes, quietos, inermes,mudos
justo antes de la hora del olvido,
ahora sos luz.

Qué pesar el que anima y subyace en un espacio desolado
de intercambios irreales, sin son sin aplauso,
ahora sos luz.
Cuántas alas desplegadas en vuelo infinito te ausentan
de los abismos de la locura, la hermosa locura sabia,
ahora sos luz.

Se apagan las luces y cae el telón,
hay otro plano donde depositás tu espíritu desprendido
tren,
árbol,
llanto,
mono,
hoja y viento, sexo,
brutalidad, muerte y renacimiento.

¡Silencio!es tu saludo invisible que pasa y sabe a almendras tostadas sumergidas

en sonrisas de jade, impertinencia que asocia al desierto con los hombres solos.
Sabiduría mundana.
Intercambios irreales, escarabajos flotantes en medio de las sombras.
Silencio que se logra con tu despedida en un vacío de aplausos cerrados.
Fragilidad inaudible de alas cuidadas que se estrellan en la nada.
Siete llaves para siete candados. Espíritu disociado.
Solo los que vivimos el quebranto de tu viaje inesperado y negado,
guardamos con recelo una plegaria..."ahora sos luz".

martes, 6 de marzo de 2012

Introducción

Este espacio pretende exhibir mis creaciones literarias y compartirlas con todo aquel que guste de la lectura en general, no pretendo mostrar mis ideologías políticas ni mis inclinaciones religiosas ni mucho menos, todo diverge en múltiples historias que se entrelazan y suelen parecerse a lo significativamente vivido. Nada más...